
Desde la antigüedad, cuando la química experimental aún se llamaba alquimia, los científicos han reconocido a los ácidos o las bases por sus propiedades físicas y químicas.
En el siglo XVII, el escritor irlandés y químico amateur Robert Boyle fue el primero en denominar así a este tipo de sustancias.
Los ácidos tienen sabor agrio ( por ejemplo el ácido cítrico del limón, el ácido acético del vinagre), corroen el metal y hacen que ciertos tintes cambien de color (por ejemplo, el papel tornasol se pone rojo en medio ácido). La palabra ácido , que significa agrio o acre deriva de la acepción latina acidus.
Las bases, por contra, tienen sabor amargo (por ejemplo la lejía o la sosa caustica) y son resbaladizas. La palabra base proviene del latín basis, y significa fundamento o apoyo.
Cuando un ácido y una base se ponen en contacto, tanto el ácido como la base van perdiendo su fuerza progresivamente llegando finalmente a neutralizarse por completo si sus concentraciones son idénticas. Una reacción ácido–base o reacción de neutralización es la reacción química que ocurre entre un ácido y una base generando como productos una sal y agua.
El término de ácidos e bases están muy presentes en todas la facetas de la vida cotidiana, simplemente basta con ver la televisión, o navegar por Internet para ver aparecer infinidad de términos que hacen referencia a ellos. Por ejemplo, la lluvia ácida, champús reguladores del pH de la piel, el pH de las piscinas, antiácidos para el estómago.
Existen muchos ácidos orgánicos en el mundo vegetal y en la química de los productos naturales. Ácido Ascórbico, también conocido como Vitamina C (C6H8O6), el Ácido Cítrico (C6H8O7) ( Limones, Naranjas y Tomates) y el Ácido Oxálico (H2C2O4) (Espinacas).